Se conoce como la Reina Roja a la osamenta encontrada en el Templo XIII de las ruinas arqueológicas de Palenque. Aunque su identidad todavía no ha sido confirmada, las investigaciones sugieren que podría tratarse de Tz'akbu Ajaw, también conocida como Ahpo-Hel, quien era esposa del ahau Pakal “el Grande”

El sárcofago mide 2.40 m de largo por 1.18 m de ancho, la cámara funeraria es un aposento abovedado que mide 3.80 m por 2.50 m. Sobre la lápida se encontraban un incensario y un malacate de hueso, y a los lados del sarcófago los restos óseos de un niño en el lado poniente y de una mujer en el lado oriental. De acuerdo a los rituales mayas, tanto el niño como la mujer corresponden a acompañantes o víctimas sacrificadas para escoltar a un noble en su viaje al inframundo.
Debido a que el sarcófago no cuenta con inscripciones, la identidad de la osamenta no ha podido ser establecida, no obstante, por las características y ubicación de la tumba se puede concluir que se trata de una persona de la más alta jerarquía en la sociedad maya. La osamenta fue cubierta con cinabrio, mineral compuesto de mercurio y azufre de color rojo, que era utilizado para preservar los restos humanos. Precisamente por la pigmentación que adquirieron los restos mortales por el cinabrio, y porque perteneció a una mujer, tal y como lo confirmó el doctor Arturo Romano Pacheco al observar los huesos de la pelvis, la osamenta fue bautizada como la Reina Roja.
La cámara cuenta con un psicoducto, que es una pequeña perforación que se hacía en las tumbas para que los muertos pudieran comunicarse desde el inframundo o Xibalbá. Esta costumbre aún es utilizada por los mayas lacandones, quienes perforan el techo de las habitaciones en donde velan a sus muertos. Se encontraron, además, unas vasijas de color naranja, ofrendas y caracoles. El esqueleto tenía una máscara mortuoria despedazada que fue fabricada con más de un centenar de piezas de malaquita y dos conchas que asemejan orejeras, una segunda máscara más pequeña, y también despedazada, hecha en jade que formaba parte de un cetro o cinturón, pulseras, cuentas circulares y un collar, el cráneo se encontraba coronado con una diadema propia de los nobles mayas (hombres y mujeres) . En total, en el interior del sarcófago, se encontraron mil ciento cuarenta piezas de jadeíta, hueso, perlas y concha.
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