.........aquel todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres, y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el hombre. La situación de la cultura en las diversas sociedades de la especie humana, en la medida en que puede ser investigada según principios generales, es un objeto apto para el estudio de las leyes del pensamiento y la acción del hombre.
(Tylor, 1995: 29)

CALLES

CALLES



MATIAS PADRÓN FERNANDEZ
 Párroco de la iglesia de San Francisco de Asís, barrio de Triana, el herreño Matías Padrón Fernández (1804-1874)
 
 
El bautizo del nuevo cristiano Benito María de los Dolores Pérez Galdós,  tuvo lugar dos días después en la parroquia de San Francisco de Asís, como todos los feligreses que habitaban en la calle del Cano, en donde vivían navieros, comerciantes y pequeños propietarios. El acta de la ceremonia, rubricada al folio 64 vuelto, asiento número 582 del I Libro de Bautismos, que se custodia en el archivo parroquial, reza así:
 

En Canª, a doce de Mayo de mil ochocientos cuarenta y tres. Yo el Presbº. Don Francisco María Sosa, con licencia del infrascrito Cura del Partido de Triana, bauticé, puse óleo y crisma a Benito María de los Dolores, que nació el día diez del corriente, a las tres de la tarde, en la calle del Cano, e hijo legítimo del Teniente Coronel del Regimiento Provincial de Las Palmas Don Sebastián Pérez, natural de Valsequillo y Doña María Dolores Galdós, de esta Ciudad; abuelos paternos, Don Antonio Pérez y Doña Isabel María de Valsequillo; maternos, Don Domingo Galdós, natural de Vizcaya, Provincia de España y Doña María Medina, de esta Ciudad. Fue su padrino Don Domingo Pérez; advertidle su obligación y espiritual parentesco y firmamos. Matías Padrón. Francisco María Sosa.
 
 

 

Fue una ceremonia religiosa sencilla, estrictamente familiar, en la que el padrino del neófito era su hermano mayor, Domingo Pérez, diecinueve años mayor que él, quien llevó en sus brazos al pequeño de la casa, envuelto en blancas mantillas, hasta la pila bautismal. Por consiguiente, nada de grandes celebraciones. Si acaso, una comida familiar algo más abundante que la de diario, donde se bebiera para brindar por el nuevo cristiano que se estrenaba en la vida, con pocos invitados: el cura oficiante de aquel gran día, fray Francisco María Sosa y Falcón (1793-1846), con licencia del párroco de la iglesia de San Francisco, el herreño Matías Padrón Fernández (1804-1874), quien también firma aquel acta ya histórica.
 
 
 
 
Nuestra Señora de la Soledad de la Portería Coronada se venera en la parroquia de san Francisco de Asís y santuario mariano de Nuestra Señora de la Soledad  en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria en la isla de Gran Canaria, es una imagen de la Virgen María, siendo la imagen más venerada y de mayor arraigo y devoción de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.






Calle Matias Padrón en Las Palmas de Gran Canaria









 
 
Padre Cueto
 
Obispo José Cueto
  
Todos conocemos la calle pero pocos recordamos a la persona… El tiempo pasa, la memoria se pierde, pero los hechos quedan. Entre 1892 y 1908, el obispo de Canarias fue el fraile dominico José Cueto y Díez de la Maza, más conocido como el Padre Cueto.
Cántabro de origen, se sentía canario de corazón, hasta el punto de que murió y está enterrado en Las Palmas de Gran Canaria.  Trabajó incansablemente por el pueblo canario, sobre todo por los más desfavorecidos, sintiendo predilección por el barrio de Las Isletas, por el que tanto hizo…
Hay muchos hechos desconocidos hoy en día sobre el pontificado del Padre Cueto, en palabras de Teresa Murillo, responsable provincial de la comunidad dominica y profesora de historia: ” (…) hay tres o cuatro cuestiones interesantes. Primero, su papel a favor de que a los prófugos que escapaban del servicio militar no se les mandara a la guerra de Cuba, donde tenían la muerte asegurada. Segundo, el uso del obispado como hospital durante el mismo conflicto. También el contencioso que entabló con el gobierno para recuperar el cementerio de la ciudad, secularizado durante la Revolución de 1864 y, por supuesto, las acciones sociales que realizó en Canarias durante su vida como obispo”.

Retrato del Padre Cueto
Para entender la coyuntura del momento hay que tener en cuenta que la población del barrio aumentó de unos 2.000 habitantes en 1891 a más de 10.000 en 1908; de 3 carboneras, se pasó a 7; se multiplicaron los depósitos de mercancías y el número de barcos en puerto pasó de 1.562 a 2.841 en este periodo. También crecía la industria hotelera impulsada por compañías inglesas, se inaugura en 1890 el Hotel Santa Catalina y en 1894, el Metropole.
Sin embargo, el Padre Cueto se encuentra con una diócesis y un barrio de Las Isletas sin apenas instituciones de carácter asistencial, no obstante, a su muerte dejaría desde guarderías a asilos de ancianos y hospitales, algunos de ellos financiados con su propio dinero.
 
 
Funda el Obispo varios colegios aunque sería -tal vez- su aportación más importante a la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, y a la zona del Puerto, la creación de la Casa-Asilo de San José, sita en la calle que hoy en día lleva su nombre. La importancia de esta casa-asilo radica no sólo en la falta de este tipo de instituciones, sino en que se atendía en ella de forma gratuita a obreros y marineros, sin tener en cuenta sus ideas políticas, sociales o religiosas.
Tal como comenta la madre Teresa Murillo, hay un hecho poco conocido a destacar de su biografía, su labor por salvar a cientos de familias canarias de un futuro, cuanto menos incierto. En 1895 se consideraban “prófugos” a los hombre que no se alistaban en la milicia; servir en alquel momento podía suponer ir a la guerra de Cuba, contraer la fiebre amarilla o el vómito negro. A los “prófugos”, que abundaban en Canarias, se les condenaba a 2 años de servicio en Ultramar. El Padre Cueto, ya enfermo, acudió a la Corte en Madrid y gracias a su buena relación con la Regente y dinero prestado y propio, arregló el asunto de forma beneficiosa para todos.

Tumba Padre Cueto
 
 
Para terminar, una frase que le dedica el Diario de Las Palmas a su muerte y que resume su vida y su obra:
“Era demasiado bueno para ser Obispo”.

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