.........aquel todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres, y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el hombre. La situación de la cultura en las diversas sociedades de la especie humana, en la medida en que puede ser investigada según principios generales, es un objeto apto para el estudio de las leyes del pensamiento y la acción del hombre.
(Tylor, 1995: 29)

martes, 24 de junio de 2014

Hoya Niebla y la Hoya del Hospital



 Hoya Niebla y la Hoya del Hospital




En los protocolos notariales, mientras “rebuscamos” con el objetivo de ir encontrando documentos históricos, esenciales para la labor de una investigación, encontramos contratos de compra-venta, testamentos,…, que nos aportan información sobre las toponimias, que junto a la transmisión oral, es esencial para la elaboración de estas fichas de la toponimia de Telde.

En un protocolo del escribano don Manuel Sánchez, del año de 1856, aparece la toponimia de Hoya de Niebla. Conocedores de las condiciones climáticas de nuestro municipio, sobre todo de su franja costera, descartamos la niebla, de entrada, como condicionante del origen de la toponimia.

Los apellidos toponímicos y los topónimos derivados de apellidos.

Como en muchos casos, tenemos que acudir a los apellidos de los conquistadores y colonizadores para encontrar el origen de esta toponimia. Lo simpático en este caso, es que un apellido aporta el nombre del lugar, pero al mismo tiempo, el apellido nace por el lugar de nacimiento o residencia, Niebla (Huelva), son los llamados apellidos toponímicos.

El Condado de Niebla (Huelva) está muy vinculado a la historia de Canarias, portando varios conquistadores de la isla de Gran Canaria este apellido. Es el caso de Cristóbal de Niebla, vinculado a los repartimientos realizados en la comarca.




  
 

 
 
 


La Hoya del Hospital La toponimia del Hospital es muy frecuente en la isla de Gran Canaria. Su origen viene dado por las distintas tierras que poseían los hospitales existentes en el Antiguo Régimen para poder subsistir, es más, incluso disponían de caudales suficientes, con las rentas que les proporcionaban, para poder donar o prestar dinero.

Fuera de la capital de Gran Canaria, el único hospital que prestaba sus servicios era el de San Pedro Mártir de Telde, creado poco después de la conquista de la isla, en el año de 1490, gracias a la aportación de la canarii Inés Chemida, contando con una iglesia para la asistencia espiritual a los enfermos.

Al igual que Bentejui, la institución municipal debería distinguir la labor de Inés Chemida, por dos razones muy claras: es de buen nacido ser agradecido, al mismo tiempo, forman parte de nuestra identidad, que está por encima de las divergencias ideológicas.

De esa institución surge la toponimia la Hoya del Hospital, aportando las rentas necesarias para el sostenimiento del centro hospitalario.

lunes, 16 de junio de 2014

VIVO SIN VIVIR EN MÍ





VIVO SIN VIVIR EN MÍ

Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero.

Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor;
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí:
cuando el corazón le di
puso en él este letrero,
que muero porque no muero.

Esta divina prisión,
del amor en que yo vivo,
ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel, estos hierros
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué vida tan amarga
do no se goza el Señor!
Porque si es dulce el amor,
no lo es la esperanza larga:
quíteme Dios esta carga,
más pesada que el acero,
que muero porque no muero.

Sólo con la confianza
vivo de que he de morir,
porque muriendo el vivir
me asegura mi esperanza;
muerte do el vivir se alcanza,
no te tardes, que te espero,
que muero porque no muero.

Mira que el amor es fuerte;
vida, no me seas molesta,
mira que sólo me resta,
para ganarte perderte.
Venga ya la dulce muerte,
el morir venga ligero
que muero porque no muero.

Aquella vida de arriba,
que es la vida verdadera,
hasta que esta vida muera,
no se goza estando viva:
muerte, no me seas esquiva;
viva muriendo primero,
que muero porque no muero.

Vida, ¿qué puedo yo darle
a mi Dios que vive en mí,
si no es el perderte a ti,
para merecer ganarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
pues tanto a mi Amado quiero,
que muero porque no muero.

viernes, 13 de junio de 2014

LA BATALLA DEL ALAMO - SAN ANTONIO DE TEXAS



EL ALAMO - SAN ANTONIO DE TEXAS
(Canarios fundadores de San Antonio)



EL ALAMO (23 de febrero6 de marzo de 1836) fue un conflicto militar crucial en la Revolución de Texas que consistió en un asedio de 13 días de duración, desde su inicio el 23 de febrero hasta el asalto final del 6 de marzo de 1836, y enfrentó al ejército de México, encabezado por el presidente Antonio López de Santa Anna, contra una milicia de secesionistas texanos, en su mayoría colonos estadounidenses (naturalizados mexicanos), en San Antonio de Béjar, en la entonces provincia mexicana de Coahuila y Texas (hoy estado de Texas, Estados Unidos).
 

 Todos los beligerantes en favor de la República de Texas murieron, a excepción de dos personas, lo cual inspiró a muchos colonos texanos —y aventureros estadounidenses— a unirse al ejército de Texas; animados por el deseo de venganza, a partir de la crueldad mostrada por Santa Anna durante el asedio, los texanos derrotaron el ejército mexicano en la Batalla de San Jacinto, el 21 de abril de 1836, poniendo fin al movimiento revolucionario.
 
 
Descendientes de los Canarios en la Batalla del Álamo
 
 
 
La rama familiar de Mateo Pérez que llegó a Texas en 1706 continúa en el estado americano y recalca su parentesco durante los actos de efeméride de la batalla.
 
La famosa batalla de El Álamo en 1836, acabó con el sacrificio de todos los combatientes incluidos los heridos, pero se perdona la vida a dos hombres para que informaran a la población de lo que había ocurrido. También se dejó con vida a los civiles no combatientes: mujeres, niños y esclavos entre los que estaba, Alejo Encarnación Pérez, un bebé, descendiente conejero que sobrevivió al asedio y batalla. Este conflicto militar enfrentó al ejército de México contra una milicia de secesionistas texanos, colonos estadounidenses, que fueron masacrados en la ciudad del Álamo.