El 22 de abril de 1970, el senador estadounidense Gaylord Nelson instituyó, con apoyo de miles de escuelas primarias, secundarias y universidades, el Día de la Tierra. Por entonces, la juventud empezaba a reclamar a sus gobiernos que se preocupen por una adecuada política de protección medioambiental en contraste con los planes principales de las grandes naciones de la época, preocupadas por incrementar su arsenal atómico en lo militar (con la consecuente defoliación atmosférica con cada prueba nuclear) o proteger los grandes intereses económicos de las altamente contaminantes compañías petroleras (la época de la crisis del petróleo, motor de las economías capitalistas de la época). Gracias a la presión internacional liderada por la ONU , en 1972 se celebró la Conferencia de Estocolmo, donde se buscó sensibilizar a los líderes del mundo con el fin de que tomen mayor conciencia con respecto a tan importante tema. Pero no se llegaba a resultados concretos debido a que se vivía aún en el contexto de la Guerra Fría y, en la dicotomía este-oeste, para los líderes del mundo la política medioambiental pasaba a segundo plano.
Con el fin de la Guerra Fría y la caída del “telón de acero”, en Estados Unidos y Europa, desaparecido el fantasma comunista, se tomo mayor atención a los problemas que afrontaba nuestro planeta debido a la irracional conducta del hombre en general para con la conservación y preservación de sus recursos naturales. Tanto es así que en Europa se vivió la llamada “ola verde”, que llevó a los partidos verdes y ecologistas a los parlamentos, dándoles desde ahí mayor impulso a políticas acordes con un mejor tratamiento del medio ambiente. Ello se da sobre todo en Alemania, donde los partidos verdes son la quinta fuerza política del país y generalmente forman gobiernos de coalición con los socialistas.
Sumado a ello, vemos como es cada vez más preponderante el papel de las ONG medioambientales, así como de algunos líderes políticos de renombre (como el ex vicepresidente de EEUU, Al Gore) que tienen como parte importante de su plataforma electoral la protección y el uso sostenido de los recursos naturales.
Si bien la conciencia de la comunidad global se decanta mayoritariamente a favor del cuidado del ambiente; lamentablemente, los grandes intereses de poderosos grupos económicos especializados en la explotación de los recursos (mineros, petroleros o gasíferos entre otros), así como la poca educación de miles de personas que inconscientemente contribuyen con toneladas de basura en las calles, mares y ríos y hacen que el daño ocasionado por la contaminación medioambiental se haya hecho en muchos casos irreparable, aumentando la amenaza de una posible catástrofe ecológica en el corto o mediano plazo.
Si los estados del mundo no efectúan políticas claras como la firma y cumplimiento del Protocolo de Kyoto (aún no firmado por EEUU, por dar solo un ejemplo), así como si las personas comunes y corrientes no reparan que cada vez que arrojan desperdicios a su medio ambiente contribuyen negativamente con la depredación de nuestro planeta, estaremos condenando a las generaciones venideras a vivir en un mundo lacerado perennemente. Depende de nosotros dar a entender la importancia que reside en el Día de la Tierra y cumplir con hechos concretos para la preservación del planeta.
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